9.17.2010

M. Massey e Iraola (1854) - Muñeco destrozado.





Después de una larga guerra, quedan los restos de un muñeco de porcelana. Entre las cenizas, una mano, tal vez lo más reconocible después de la batalla, parece estar queriéndose escapar. Qué mierda cuando estas cosas pasan, cuando gana el eje y los aliados se dispersan. Esperemos que esta humilde criatura, que ha dado con una mina, haya dejado también su rastro en el  alma de tan temido adversario, si es que algo de ella le queda. La infancia no da el brazo a torcer, Pero la madurez sabe como despedazarla.